Esta semana (el 10 de septiembre) se conmemoró el Día Mundial de la Prevención del Suicidio.
Eso me motivó a escribir este artículo, pues yo misma experimenté un trastorno depresivo hace algunos años, y una de las cosas que debo admitir que más me costó aceptar como paciente y psicólogo, cuando empecé a hacer terapia, es que en ocasiones la psicoterapia por sí sola no es ni será suficiente para salir de un estado depresivo.
Este es uno de los puntos donde más resistencia encuentro con muchos de mis pacientes en sus propios procesos.
De alguna forma, como sociedad, le tenemos demasiado miedo a los psicofármacos.
Asumimos de inmediato la creencia que nos volveremos dependientes o que viviremos dopados y somnolientos, o que eso significa que nos volvimos locos definitivamente.
Es así, tal cual; y, debo confesarles que, en mi experiencia tanto personal como profesional, la depresión e incluso la ansiedad puede tener un origen seguramente psicológico, pero también en muchos casos el tema es más bien orgánico.
Para mantener un estado anímico estable se necesita que nuestro sistema nervioso central esté regulado y eso puede requerir más que solo cambios de hábitos o conductas, por lo que medicarnos puede representar la posibilidad de sentir mejoría de forma más expedita y así poder trabajar con mayor serenidad y confianza en terapia.
Los medicamentos de tercera generación actuales, no son más que recaptadores de serotonina que buscan darle una ayuda extra a nuestro sistema nervioso y estabilizar nuestro ánimo, lo cual nos hará sentir más enfocados y equilibrados.
En general, los tratamientos suelen sostenerse de tres a seis meses y solo en casos de depresión mayor o recurrente puede alargarse hasta uno o dos años.
Para quienes requieran un apoyo para dormir bien se suelen indicar inductores de sueño por uno o dos meses, a fin de brindarles solamente una herramienta que facilite y promueva el descanso optimo, lo que influye de forma determinante en el manejo de sus emociones a lo largo del día.
Tanto en mi caso, como en el de muchos de los pacientes a quienes he acompañado en sus propios procesos, puedo asegurar esto: en ocasiones nuestra mejoría real está al alcance de una pastilla.
Así que por favor si estás leyéndome ahora y se presenta un momento en tu vida en que tus herramientas ya no sean suficientes, espero que te quedes con la reflexión.
Si vas a un profesional para sanar tu mente y estado anímico y emocional, es vital que te dejes guiar y experimentes diferentes posibilidades para lograr esos objetivos que buscas.
En mi experiencia, medicarme fue una pieza fundamental en mi recuperación, seguí el tratamiento por seis meses y debo aceptar que mi único motivo de arrepentimiento fue no haberlo hecho antes.
Si tienes alguna duda o comentario que quisieras compartir conmigo, escríbeme por esta vía o en mis canales sociales y con gusto te respondo.
Con amor,
Marya.