La vida no es cómoda. Nos esforzamos por evitar el malestar, pero lo cierto es que la incomodidad es inevitable.
Lo que sí podemos elegir es de qué forma incomodarnos, qué tipo de esfuerzo queremos asumir para vivir con más autenticidad y bienestar.
Porque hay dos tipos de incomodidad: la que te estanca y la que te transforma.
Es incómodo equivocarte…
Sí, equivocarse duele. Cuestionarte, fallar, volver a intentar… todo eso implica un roce con el ego. Pero también es parte del camino del aprendizaje.
Lo que también es incómodo —y mucho más desgastante— es vivir atrapada en la ansiedad de hacer todo perfecto. Esa presión constante de no fallar jamás, de ser impecable, de no mostrar ninguna fisura. Eso no es exigencia, es una cárcel.
¿De verdad prefieres el peso de no permitirte fallar, solo para mantener una imagen que te está asfixiando?
Es incómodo poner límites y decir que no…
El miedo a incomodar, a decepcionar, a ser rechazada. Poner límites genera culpa. Pero no ponerlos genera desgaste, frustración, agotamiento emocional.
Cuando siempre dices que sí, cuando das más de lo que tienes para dar, terminas desconectándote de ti misma. Porque para cuidar a los demás, primero tienes que aprender a cuidarte.
¿Eliges el breve malestar de un límite firme, o la incomodidad sostenida de ir siempre en contra de ti?
Es incómodo compartir tus inseguridades…
Mostrarse vulnerable da miedo. Sientes que si cuentas lo que realmente te pasa, vas a perder fuerza, respeto o incluso amor.
Pero también es incómodo vivir siempre con una máscara, cuidando cada palabra, evitando mostrar quién eres de verdad. Esa distancia emocional no protege, aísla.
¿Prefieres la incomodidad de abrirte un poco y permitir la conexión real, o la incomodidad de la soledad encubierta?
Elige tu incomodidad
No se trata de buscar el dolor. Se trata de entender que cada elección trae consigo un precio, y que tienes el poder de decidir cuál es el precio que estás dispuesta a pagar.
No puedes evitar la incomodidad, pero sí puedes elegir que esa incomodidad te acerque a una vida más libre, más honesta, más coherente con lo que quieres. Porque crecer, incomoda; poner límites, incomoda; decir tu verdad, incomoda… Pero todo eso te libera.
Entonces, la próxima vez que el miedo, la duda o el perfeccionismo quieran detenerte, pregúntate:
¿Qué incomodidad me acerca más a quien quiero ser?
Y desde ahí, elige.
Con cariño,
Maryari Vera
@maryapsicoterapia
+56 9 4846 5271
maryapsicoterapia@gmail.com