El trastorno del espectro autista (TEA) es un conjunto de condiciones neurológicas que afectan la comunicación, el comportamiento y la interacción social. Dentro de este espectro, una característica que a menudo se malinterpreta es el supuesto «egocentrismo» de las personas con autismo.
Esta idea errónea puede llevar a juicios injustos y a una falta de comprensión de las verdaderas necesidades y experiencias de las personas con TEA. Para fomentar una sociedad más inclusiva y comprensiva, es crucial desmitificar este concepto y profundizar en las razones subyacentes que pueden generar esta percepción.
Primero, entendamos qué es el “egocentrismo»…
En un contexto general, el egocentrismo es una tendencia a ver el mundo exclusivamente desde la propia perspectiva, sin considerar adecuadamente los puntos de vista de los demás. Sin embargo, cuando se aplica a personas con TEA, este término se utiliza de manera inexacta y puede llevar a una mala interpretación de sus comportamientos y motivaciones.
Las personas con TEA a menudo presentan dificultades en la teoría de la mente, que es la capacidad de entender que los demás tienen pensamientos, sentimientos y perspectivas diferentes a los propios. Este desafío no debe confundirse con una falta de interés o empatía hacia los demás, sino que es una manifestación de las diferencias neurológicas que caracterizan al espectro autista. En lugar de ser «egocéntricas» en el sentido tradicional, las personas con TEA pueden simplemente tener dificultades para captar y procesar las señales sociales y emocionales de manera intuitiva.
Es importante reconocer que las dificultades en la teoría de la mente no significan que las personas con TEA sean incapaces de entender o preocuparse por los sentimientos de los demás. De hecho, muchas personas con autismo pueden experimentar emociones intensas y tienen un profundo sentido de justicia y empatía, aunque expresen y procesen estas emociones de maneras que pueden no ser inmediatamente evidentes para quienes no están familiarizados con el espectro autista. La clave está en entender que el desafío reside en la forma en que perciben e interpretan las señales sociales, no en una falta intrínseca de empatía o preocupación por los demás.
Además, las personas con TEA pueden enfrentar dificultades en la comunicación social, lo que puede hacer que parezcan desinteresadas o desconectadas de las interacciones con los demás. Este comportamiento puede ser malinterpretado como egocentrismo, cuando en realidad es una manifestación de la sobrecarga sensorial, la ansiedad social o las diferencias en la forma en que procesan la información.
Muchas personas con TEA necesitan tiempo adicional para procesar lo que se dice o para encontrar las palabras adecuadas para expresar sus pensamientos y sentimientos, lo que puede llevar a una aparente desconexión en las conversaciones.
El uso del término «egocentrismo» para describir a las personas con TEA también ignora las barreras que enfrentan en la comprensión y la adaptación a las normas sociales que muchas personas neurotípicas dan por sentadas. Estas barreras pueden incluir la dificultad para interpretar el lenguaje corporal, las expresiones faciales y los tonos de voz, que son fundamentales para la comunicación y la interacción social. La falta de comprensión o respuesta a estas señales no es una indicación de egocentrismo, sino de una diferencia en la forma en que el cerebro procesa la información social.
Para apoyar a las personas con TEA, es fundamental adoptar una perspectiva de respeto y comprensión hacia sus experiencias únicas. En lugar de etiquetarlas como «egocéntricas», debemos esforzarnos por comprender las razones detrás de su comportamiento y buscar maneras de comunicar y conectar que respeten sus necesidades y diferencias. Esto incluye educarnos a nosotros mismos y a los demás sobre el espectro autista, crear entornos sociales inclusivos y ofrecer apoyo emocional y social de manera que sea accesible y comprensible para las personas con TEA.
La empatía y la comprensión deben ser bidireccionales. Así como esperamos que las personas con TEA se esfuercen por entender las normas sociales neurotípicas, también debemos estar dispuestos a adaptar nuestras expectativas y comportamientos para incluir y respetar sus formas de ser y comunicarse.
Al hacerlo, podemos contribuir a una sociedad más inclusiva y empática, en la que las diferencias neurológicas no se interpreten erróneamente como defectos de carácter, sino como variaciones naturales de la experiencia humana.
Como parte de mis terapias, me esfuerzo en poder reflejar la realidad de las experiencias de personas neurodivergentes.
Solo cuando realmente comprendemos cómo las personas con TEA perciben e interactúan con el mundo, somos capaces de dejar de lado prejuicios erróneos y, en su lugar, construir puentes de comprensión y apoyo mutuo.
Aquí estoy, para ti, para tu familia, para aprender, crecer y lograr vivir en armonía.
Maryari Vera
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